Hubo una época donde los muebles debían cumplir varias funciones. Además de tener muchos compartimientos debían ser útiles para sus usuarios. Cuando se escribían cartas, no se hacían en el comedor o sala. Se tenía una habitación de estudio pensada para ello con su respectiva mesa y cajones para guardar papel, sobres y tinta. Así nació el secreter.

Con múltiples cajones y espacios para guardar objetos pequeños.
Pensado para sustituir una mesa y un mueble con cajones, esta pieza tiene un tablero para poder escribir, y compartimientos que lo acompañan encima, a los lados o debajo.

Los modelos varían mucho, pero se basan en la misma idea: un mueble en donde se puede leer, escribir o trabajar.
Algunos suelen quedar ocultos después de su uso, pues tienen un sistema abatible para tapar el tablero. Dicho sistema hecho de madera también, que es el material con el que se sigue fabricando hasta nuestros días.
Secreter con tablero cubierto
El sentido de dicho secretier era el siguiente: Se abre o se pliega para poder mostrar el escritorio junto a las herramientas de trabajo. Y cuando se termine dicha tarea, se cierra y se deja todo como estaba antes.
Podía tener una cerradura pequeña para asegurarse de que ninguno aparte del usuario pudiera usarlo. Era bastante común encontrarlo en oficinas o bancos, donde cada empleado tenía el suyo particular,el origen del cubículo de trabajo de cada uno.

Con ayuda de un espejo se puede usar no como escritorio sino como peinadora o tocador.
Aunque fueron fabricados con la idea de redactar, abrir y archivar cartas, con el tiempo fueron colocándose gavetas para archivar papeles grandes, compartimientos para la tinta, lápices, plumas y otros objetos de oficina.
Por supuesto no todos tienen porqué compartir ese aire clásico del siglo pasado. En los últimos tiempos se han creado modelos mucho más simples o versátiles que no dan un aire de antigüedad, sino de practicidad y modernismo que tanto atrae.
Un secreter con tapa de estilo moderno simplemente imita la función de uno clásico. Puede tener muchas formas, materiales, colores, o atributos únicos que lo hagan resaltar.
Por ejemplo el secreter de la izquierda tiene pequeñas ranuras horizontales, ideales para colgar o apoyar cables o módulos pequeños para aguantar el teléfono celular, libros, revistas o lámparas pequeñas chatas, tales como las de la imagen.
Secreter abierto
Estos modelos son más difíciles de conseguir, pues la idea del secreter era poder guardarse o cerrarse cuando no se estaba utilizando.

Este secreter guarda el tablero, pero no esconde las demás gavetas y compartimientos.
Así estos secreter son más un escritorio o área de lectura, más que un espacio de trabajo integrado y completo. Pero en la actualidad no todos buscan poder cerrar el espacio de trabajo al finalizar la jornada o la actividad.
Es una opción más ‘moderna’ adaptado a un estilo de vida contemporáneo.
Secreter de usos múltiples

Si se deja abierto todo el tiempo puede usarse como archivador y organizador.
Los hay que comparten estantes grandes que pueden usarse aunque el tablero esté cubierto. Pueden servir como biblioteca o exhibidores.

Secreter con estantes cerrados usado como biblioteca.
Así mismo vemos modelos muy amplios y grandes que ya no se fabrican, pensados para trabajar, archivar documentos de suma importancia y por supuesto guardarse para que pocos tuvieran acceso a éstos.
Modelos fácilmente encontrados en despachos de presidentes de naciones o empresas. Verdaderas habitaciones portátiles, plegables y muy seguras, pues estaban hechas de maderas nobles, gruesas y resistentes.

Con tablero de trabajo, cajones, gavetas, organizadores de múltiples tamaños y rueda para poder desplazarlo.
Como vemos hay muchas opciones para escoger si queremos incorporar este mueble en nuestras oficinas u hogares.
Modernos, antiguos, de madera o metal, nos serán muy útiles y darán un toque especial a nuestras habitaciones. Además de ayudar a mantenerlas ordenadas.